El barrio Prosperidad de Madrid

Miércoles, 12 de noviembre de 2025
Es un día soleado y la primera vez en mi vida que aterrizo con propósito en el barrio Prosperidad de Madrid, ese que bordea la calle López de Hoyos. Siempre he evitado meterme con el coche por la calle López de Hoyos, que se hace infinita por su longitud desmesurada y sus muchos semáforos y atascos.
Tengo un rato de asueto, de 14:00 a 15:00, tras acompañar a una lesionada a una clínica de fisioterapia de esta zona de Madrid. Cumple la función de aliviar la cola de pacientes del Hospital Ramón y Cajal.
Aprovecho la hora para pasear mientras ella se ejercita. Enseguida alcanzo la plaza donde se ubican la parada del Metro Prosperidad y el mercado.
La parada del Metro Prosperidad pertenece al conjunto de las estaciones de Madrid en las que rara vez te apeas, de tal manera que arriba, en la superficie, se asienta un mundo desconocido para el pasajero que viaja en su vagón, bajo tierra, en dirección a la avenida de América.
Camino un tramo más por López de Hoyos y concibo que me transporto a una ciudad de provincia como Orihuela. En mi imaginación retrocedo, además, a los tiempos del bachiller, hace ya medio siglo.

He aquí el mercado. Por dentro deja todavía bastante que desear. Necesita más remodelación.

El Metro de Prosperidad, ahora de obras para instalar escaleras mecánicas, como se observa en el letrero de la imagen.
Me adelantan dos señoras. Una, con acento caribeño, le dice a la otra: «Los riñones míos necesitan mecánica por todas partes».

Pasada la plaza de Prosperidad, queda la Parroquia Sagrado Corazón de Jesús. A esta hora está cerrada. Presiento que diviso la iglesia del convento de los capuchinos de Orihuela, el que alberga la imagen de Nuestro Padre Jesús. En Madrid hasta tienen, como allí, una palmera en el jardín. ¿O me estoy inventando que en el huerto de los frailes oriolanos había una palmera?

Esta fachada, con su mirador circular y sus barandillas modernista, también me conduce a otros tiempos y a otros lugares levantinos.

La casa de ladrillo visto que alberga la frutería se acerca a lo británico. No sé cómo se conserva por dentro, pero calculo que si la dejan tranquila puede soportar unos cuantos siglos más.

En este bar se ofrece vermú, según leo en un letrero (perpendicular a los visibles en la foto). Escucho al dueño que se dirige con confianza a uno de sus clientes. Se llama Miguel. Se ponen a hablar del ex ministro José Luis Ábalos. «Se está juzgando a sí mismo», afirma Miguel.

El bloque del Holiday Gym, con su fachada dominada por esa gran vidriera, va en la línea de la arquitectura franquista o dictatorial comunista a secas. Por momentos, creo que estoy ante el Palacio de Cultura de Varsovia.

Me apresuro porque me reclaman de la clínica fisio, para que recoja a la paciente. No me da tiempo ya a inspeccionar esta residencia para la tercera edad, de cinco estrellas, propiedad de Ballesol. Ocupa un inmenso edifico completamente remodelado. En su origen, tal vez fuera una cárcel, un seminario, un hospital, un psiquiátrico, un reformatorio o un hospicio. Quizá algún día vuelva a visitarlo por dentro e incluso a pedir plaza.
Autor:
José Manuel Grau Navarro
Fotos:
© José Manuel Grau Navarro
Suscríbete:
Newsletter
Comparte:
X
·
WhatsApp
·
LinkedIn
Categoría:
Sociedad
Etiquetas:
Cuaderno de notas,
Madrid,
Prosperidad